Bienvenidos a este, mi pequeño espacio. Las letras son mi pequeña obsesión, por lo que me encantaría compartir con vosotros los resultados de esta pasión. Compartiré mi opinión de los libros que vaya leyendo, pero además me gustaría que podaís leer mis propios cuentos, relatos y escritos. Es un espacio personal, pero espero poder convertirlo en algo que podáis disfrutar conmigo.

lunes, 28 de enero de 2013

50 sombras de Grey

Christian Grey es un joven guapo, rico y con éxito, que esconde una fijación por el sexo duro. 
Anastasia Steel es una joven que está terminando la carrera, tímida, virgen y convencional.
Sus caminos se cruzan cuando Anastasia tiene que sustituir a su mejor amiga en una entrevista al famoso magnate.


Ella quiere un novio de la forma tradicional, él una sumisa... obviamente no se ponen de acuerdo, y ambos tienen que ceder. Al principio puede resultar interesante esta lucha de poder para conseguir lo que cada uno quiere, pero no dura mucho. Ella accede pronto, él cede igualmente rápido para satisfacerla, y al final ni novia ni sumisa, hacen una mezcla que satisface a las dos partes. Esta historia nació como un "fanfiction" de Crepúsculo, y aunque la autora lo ha modificado el germen está ahí. Si te fijas se nota, por ejemplo, al igual que Bella se pasa la primera mitad del primer libro diciendo que no la llamen Isabella, Anastasia se lo pasa diciendo que la llamen Ana... Estad atentos, encontraréis más detalles como éste.
El libro más o menos transcurre asi:
"Está roto... no puede amar... mejor me voy... no me voy, porque yo sí lo quiero", y vuelve a empezar el bucle. 
Lo que más me decepcionó de la saga (tengo que reconocer que la dejé en mitad del tercer libro, no la acabé) es lo rápidamente que el Señor Grey "se cura". A ver, una persona con tantos problemas no se cura en cuestión de dos meses, que en un momento el caballero es un sádico y al otro ya es todo dulzura... aunque le siga gustando el sexo duro. Por otra parte, la relación que se muestra nada tiene que ver con la de un amo y su sumisa, aunque reconozco que no estoy muy ducha en estas lides.
Por último, el libro está plagado de sexo, que bueno, siendo un libro erótico no es de extrañar, pero a pesar de los juguetitos es un sexo que se hace monótono al lector (al menos a mí). Si alguien quiere sexo duro, que lea a Sade, que es mucho más aberrante, pero también más sugerente y excitante.
Personalmente no entiendo por qué se ha puesto de moda de una forma tan aplastante, me recuerda a una peli porno, argumento pésimo, sexo gratuito y "actores" (personajes) malos.

viernes, 25 de enero de 2013

Aquel verano



Clock, clock, clock. Las gotas de agua caían contra el cristal mientras ella se entretenía en contarlas. Clock, 345, clock, 346, clock, 347.
Qué lejos quedaba ya el verano, más lejos aún, quedaba aquel verano, el verano de su veintidós cumpleaños, El Verano, con mayúsculas, porque como para todo el mundo, para ella también hubo un verano distinto a todos los demás, uno que recordaría siempre, uno que aún recordaba.
Él, porque siempre hay un Él en un verano así, era el hombre de su vida, inteligente, divertido, espontaneo, el tipo de hombre con el que cada momento es una aventura y cada aventura es un sueño hecho realidad, o mejor aún, un sueño que no sabía que tenía.
Aquel verano, su verano, cogió toda su sensatez y la tiró por la ventana, rió como nunca había reído y lloró con toda su alma.
Cerró los ojos, y de nuevo volvía a tener veintidós, y de nuevo llevaba aquel vestido celeste que la hacía sentirse capaz de conquistar el mundo, de volar sobre él, porque ese vestido era del mismo color del cielo y con él ella era capaz de volar. Y volvió a encontrarse con él, y ahora sonreía, como solo los años te pueden hacer sonreír ante la visión del hombre amado y perdido. Y él estaba allí, tan irresistible, tan imprudente, tan genuino, tan peligroso como aquel verano. Y ella nada sabía de la fecha de caducidad que traen los amores de verano, pensaba que cada día de su vida podría nadar desnuda junto a él en el mar,  juraba amor eterno, sin ser consciente de cuánta verdad había en aquellas palabras. Y reía, reía sin preocupaciones, se escapaba a hurtadillas de su casa, para que sus padres no la viesen, se maquillaba más de la cuenta y llevaba siempre menos ropa de la que correspondía.
Clock, 348, clock, 349, clock, 350. Aquel verano, aquel verano ella pensó que no terminaría, que la lluvia no llegaría a llevarse su calor, que la sonrisa de él no se difuminaría entre las hojas de otoño. Aquel verano el tiempo no existió, y el nunca, sólo era un reto para convertirse en ahora y el imposible era una carcajada y un porqué no.
Pero llegó el otoño y después el invierno, y él dejó de ser el sol y ella dejó de ser el cielo. Su sonrisa de pronto no fue cálida, bañarse en el mar no era ya no le apetecía, les abandonaron las aventuras, y los sueños se retiraron entre la bruma de la niebla. Y se despidieron. Él se marchó,  el verano terminó.
Pero ahora, que contaba las gotas, ahora, que había hecho las paces con el tiempo y con el invierno, ahora que ya no corría con su vestido celeste, ni quería vivir para siempre. Ahora que sabía que hay amores eternos que duran un instante, ahora, sonreía y daba gracias por haber tenido su verano, aquel verano…
Clock, 351, clock, 352…

lunes, 21 de enero de 2013

Redhouse

El vizconde de Cortwind necesita un heredero. Por eso, cuando su padre le dice que existe una mujer capaz de dárselo a cambio de un matrimonio en el cual tenga libertad, éste acepta.
Rose Redclive es una mujer desengañada que decide aceptar el matrimonio de conveniencia que le propone su padre. 
Ninguno de los dos esperaba un matrimonio de verdad, ninguno de los dos esperaba enamorarse.

Esta novela de la autora Lury Margud se vende en versión kindle en Amazon por 1 €. Como la sinopsis indica, es una novela romántica de la época de la Regencia. Se encuadra en la saga de los Horton, que no sé cuantos libros llegará a tener, pero que promete convertirse en una saga tan entrañable como la de los Malory.
La trama es ágil y los personajes están bien definidos, incluso contamos con un elenco de personajes secundarios bastante carismáticos. La subtrama de espionaje también es interesante, y se agradece que pase algo más que el simple y maravilloso hecho de que dos personas se enamoren.
Ahora bien, por desgracia para la autora, la edición y la corrección dejan mucho que desear, entorpeciendo la lectura en ocasiones (por ejemplo durante toda la novela se tiende al laísmo). Es una pena porque desluce una obra que, de otro modo, no tendría mucho que envidiar a las grandes del género romántico.

sábado, 19 de enero de 2013

La casa de la colina.

Marjorie Norworth es una mujer adinerada que desde los años cuarenta se convierte en una anfitriona muy especial en Washington. Ha sido amante y confidente de presindentes y políticos importantes, y su casa es el lugar donde los caballeros más influyentes del país cumplen sus deseos más intimos, un club privado al que se accede únicamente por invitación y donde se crean  círculos de amistades y camarillas.

Este libro está actualmente descatalogado, aunque en mi humilde opinión una reedición sería necesaria. No obstante, no dudéis en conseguirlo de segunda mano, de tercera o de la que haga falta, es una obra maestra que no debería ser relegada al olvido del tiempo. Yo lo adquirí por casualidad, cuando un vecino decidió mudarse y dejar sus libros en la antigua vivienda (¡sacrilegio!), y el nuevo inquilino los tiró todos a una cuba. No me juzguéis, pero cogí todo lo que me pareció interesante y no me arrepiento, de otra manera no habría descubierto joyas como ésta.
El periodista Jonathan Black publicó "La casa de la colina" en 1977, una novelización de la corrupción que existe en el mundo político. Es un libro crudo donde las cosas se dicen por su nombre, un nombre que la mayoría de las veces no suena bonito... La corrupción lo inunda todo. Los personajes son increíblemente humanos, mezquinos, manipuladores, egoistas, caprichosos...
La trama es intensa y el hecho de que Black fuese periodista político te hace preguntarte ¿cuánto de esto es verdad?
Parece increible que un libro escrito en los setenta pueda estar tan a la orden del día. Porque, admitámoslo, la corrupción no ha pasado de moda.

Os dejo una cita para abrir boca:

"Saber sobre los hombres que manejan el poder político confiere una forma más alta de poder,  por sobre la cual, sólo existe Dios. Pero Marjorie Trumbull Norworth no creía en Dios"

miércoles, 16 de enero de 2013

¿Qué os parece?

El caso es que esta tarde estaba por escribir un relato corto, pero me ha salido algo que parece más el prólogo de una novela romántica que otra cosa ¿Qué os parece? ¿La continúo? Escribo una novela a 1 capitulo por semana?(como hoy es miércoles, continuaría cada miércoles) ¿Creéis que merece la pena continuar? Recordad que podéis dejar comentarios anónimos, por si a alguno le da corte decir lo que piensa... ¡¡Espero vuestras respuestas!! Por supuesto, seguiría comentando libros y escribiendo relatillos...


Prólogo


Sus labios eran rojos como las cerezas y sus ojos despedían más fuego del que había visto nunca en los ojos de una mujer joven. Era curioso, porque el resto de su apariencia era más bien anodina. Su vestido era soso, su peinado estaba diseñado, obviamente para pasar desapercibida…¿cómo no iba a llamar la atención?
Para él fue obvio lo que todo el mundo pasaba por alto, que esa preciosa flor estaría más a gusto en un jardín al sol, montando a caballo…y lo haría a horcajadas, estaba seguro, nada de a mujeriegas para aquella pequeña salvaje. Tenía que conseguir que se la presentaran.
-¿A quién miras? ¿a la pequeña florecilla?
-Métete en tus asuntos Peter.
-¡oh! ¿así que no quieres que te la presente?
-¿la conoces?
-Sí, es vecina de la propiedad rural de mis padres. La hubieses visto hace unos años, cuando pasamos aquellas vacaciones de Eton allí, pero por aquel entonces era una cría. Su historia es muy triste ¿sabes? Su padre no quiere que se case nunca. Al parecer le aterra la posibilidad de que alguien se lleve a su hijita de su lado, supongo que por eso la viste de esa manera…una lastima, su cuerpo está hecho para ser cubierto con sedas.
Aquella apreciación molestó a Daniel. Aún no la había reclamado, pero ya sabía que esa muchacha era la suya ¿amor a primera vista? Tal vez. Pero el pensaba más en la diversión que le daría una mujer, digamos…diferente… Estaba tan harto de mujercitas que fingían desmayos y hablaban con mohines estudiados.
-Preséntamela.
-¿seguro? Acabo de decirte que no busca esposo.
-¿Y qué te hace suponer que yo busco esposa?

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lunes, 14 de enero de 2013

Un instante



Esta historia no empieza en una noche lluviosa y una casa solitaria, no se escuchaba la madera de una vieja casa crujir, ni el repicar del viento en las ventanas, ella no estaba sola y nadie la hizo temblar de miedo y anticipación. No tuvo un mal presagio que la avisara. Pero pasó, en un instante, como casi todas las cosas importantes en la vida, en un simple instante y sin que nadie le gritara: ¡Atenta! ¡Todo va a cambiar!
Sus amigas y ella reían sentadas en un banco del parque ¿se necesita algo más  para ser feliz? El sol en la cara, las amigas de verdad a tu alrededor, unas cervezas para compartir ¿quién diría que la vida no era perfecta?
Lucía cerró los ojos para notar como el sol calentaba su piel, sus amigas bromearon con ella porque parecía “una lagartija” siempre buscando el sol como si no tuviese sangre caliente…
Era tan inocente, tan encantadora, tan hermosa y natural…fue toda una casualidad que precisamente en ese momento el semáforo se pusiera en rojo y él parara allí, justo para verla inclinarse al sol como un girasol. Justo para desear privarla de luz, ver como se marchitaba, como una flor en un jarrón, como un pajarito sin luz… Ella sería la próxima. Sonrió con su cara de hombre corriente, ese tipo de cara que todos olvidan, la del hombre que se sienta a tu lado en el metro, la del repartidor de pizza, la del señor que te da la hora, al que le compras el periódico, el hombre que no miras dos veces porque estas demasiado ocupado con tu vida. Con la cara que, sabía, le permitía hacer lo que quisiera.
El semáforo cambió de color y él continúo su camino, aquel instante la había marcado y ella ni siquiera lo sabia, nunca lo sabría. Pero él no marchó lejos, se detuvo apenas tres calles atrás.  Se bajó del coche, cogió su paquete de cigarrillos y empezó a caminar. No tardó más de cinco minutos en llegar al parque.
-¿tenéis fuego?
-No señor, no fumamos.
-Haceis bien, niñas, seguir así.
Las chicas no le dedicaron ni un solo pensamiento más a ese hombre de mediana edad ¿Cuántas personas te piden fuego a lo largo de un mes? ¿recuerdas la cara de alguno?

Dos horas más tarde, puede que más, el tiempo pasa tan deprisa cuando te estás divirtiendo, las chicas se separaron. Empezaba a anochecer en ese día de verano y eso significaba que tenían que volver a casa para cenar, después irían a alguna terraza de un bar, y aprovecharían una mesa con una consumición hasta que el camarero empezara a ponerles mala cara, al fin de cuentas, eran estudiantes y el dinero no daba para ser espléndidas.
Cada una tiró por un camino distinto, quiso el destino que aquel día ninguna de las chicas fuesen juntas a casa, podría haber sido distinto si Sofía hubiese ido a casa de su abuela, que vivía justo al lado de Lucía o si hubiesen querido comer una hamburguesa, o quizás, si todas hubiesen ido a cenar a casa de Amanda, cuya madre las recibía encantada al menos una vez por semana. Pero aquel día nada de eso pasó, y Lucía se encaminó sola a su casa, inconsciente de que su mundo no volvería a ser el mismo después de aquella noche, tarareando una canción se acercaba sin ningún tipo de premonición  a su atacante.
El único aviso que tuvo fue un cuchillo en su garganta, tan apretado a su piel que ya le estaba haciendo sangre. No hubo un “si gritas te mato”, ni un policía pasó casualmente por allí, ningún atractivo y misterioso hombre la salvó, y ella no luchó por su vida con éxito. El monstruo no fue vencido y las sirenas de policía no sonaron justo cuando ella le había arrebatado el cuchillo y lo tenía derribado en el suelo.
El monstruo consiguió exactamente lo que quería, el girasol se marchitó como si hubiese estado demasiado tiempo en un jarrón, lejos del sol y del agua.
Su madre pensó que su hija se retrasaba porque estaba con sus amigas, sus amigas, que no había tenido ganas de salir una vez había llegado a casa. Tardaron horas en encontrarla, tardaron días en curar sus heridas, tardaron meses en escuchar su voz de nuevo, tardaron toda una vida en volver a verla cerrar los ojos al sol y pensar que la vida era perfecta.


viernes, 11 de enero de 2013

Vuelta a casa



Aquella no era su noche. Las discotecas oscuras y ruidosas no eran su ambiente, y las amigas borrachas la aburrían. No es que las quisiera, no, normalmente le encantaba estar con ellas, pero así no, no en un local oscuro rodeadas de hombres tan borrachos o más que ellas que les hacían insinuaciones constantes. Suspiró, ojalá no hubiesen peleado…
Estaba llegando a casa cuando lo vio. ¿Qué hacía ese increíble idiota en su portal? La miraba de forma tan intensa que se le hizo un nudo de anticipación en la barriga. Tuvo que recordar que estaban enfadados para no lanzarse a sus brazos, en cambio anduvo lentamente hacia él.
El beso la pilló totalmente desprevenida.
-No volvamos a pelear.-Susurró contra su oreja mientras la apretaba por la cintura.
Él estaba frío y ella supo que llevaba allí, esperando, mucho tiempo. Mañana habría lugar para las conversaciones. Levantó los brazos y agarró su nuca para que continuase con el beso, él la apretó más contra sí y empezó a deslizar las manos hacia arriba, por sus costados, hasta apretar suavemente uno de sus pechos. Por un momento casi olvidan que estaban en la calle, pero él se separó el tiempo justo para que ella recordara que estaban en un lugar demasiado público. Cogió las llaves del portal y abrió a duras penas mientras él la apretaba contra sí desde atrás. Anduvieron varios pasos y se adentraron en la oscuridad… oscuridad tentadora que les sugería una falsa complicidad, a punto estuvieron de ceder.
Pero llegaron al ascensor… demasiado pequeño, demasiado cerrado, demasiado íntimo como para que pudiesen esperar. Apenas una planta después de que se cerrasen las puertas, las manos de ella desabrochaban su cinturón, y las de él le subían la falda. ¿Cuánto tarda un ascensor en llegar al paraíso? Él la apretó contra el espejo de la pared y la izó hasta sus caderas, ella bajo su boca hasta su cuello, donde su lengua jugó con algunos de sus puntos sensibles. Él tenía que sujetarla, así que sus manos no podían hacer gran cosa, pero las de ella estaban libres para vagar por su espalda, por su torso, por él… pronto llegó la primera embestida, y con ella se unieron de forma que nunca lo habían hecho. Con una necesidad ancestral que no entendía del sitio idóneo, de pudor o de reprimir los instintos. Casi gritó al culminar su amor, habían olvidado por completo dónde estaban en la vorágine de pasión que los había consumido. Se separaron lentamente, pero no del todo, y se dirigieron a su hogar para dormir abrazados y satisfechos. Mañana hablarían.

miércoles, 9 de enero de 2013

Opinión: La princesa prometida


Buttercup es la mujer más hermosa del mundo y está enamorada de Westley, que parte a América para hacer fortuna. Cuando le llega la terrible noticia de su muerte a manos del temible pirata Roberts, ella promete no volver a amar, por lo que cuando el príncipe Humperdick le pide matrimonio le dice que sí, siempre que el amor no entre en la ecuación. Pero antes de la boda es secuestrada...

De verdad, de verdad, de verdad que tenía muchas ganas de que me gustase este libro. Fue la primera peli que ví con el que ahora es mi marido, así que tiene el caracter sentimental a su favor. Sin embargo cuando empecé con el libro me encontré con que el autor se ha inventado a otro autor. Parece un lío pero es muy simple, en una introducción Goldman da la autoría de la Princesa Prometida a un tal S. Morgenstern, un personaje más de su libro, y añade que él es un mero compilador. Además, inventa todo un país, Florín, donde se desarrolla la historia y de donde procede Morgersten. Esto, que podría ser una anécdota más del libro y considerarse una entrada bastante original a la historia se convierte en un obstáculo para la misma, al menos para mí. 

Y es que Goldman aprovecha para hacer interrupciones constantes en la historia en las que hace "aclaraciones" sobre Morgerstern o sobre "la obra original", aclaraciones que te sacan bruscamente de la historia para no aportarte nada y que, finalmente, te devuelven a la historia con un interés cada vez menor en la obra. Y para colmo, los personajes tienen la profundidad de un plato llano. Se salva únicamente Iñigo Montoya (aquellos que hayáis visto la peli ya lo conoceréis),  Vamos, un tostón, que sólo se vuelve divertido con algunos toques de humor que le da el autor y que tengo que reconocer que consiguió sacarme una sonrisa de vez en cuando. Lo peor de todo es que la historia en sí misma no es mala, la aventura épica podría haberme encantado sin las interrupciones, y si los personajes hubiesen tenido algo más de carisma.

lunes, 7 de enero de 2013

Perfecto



Sofía salió de la cabina de regeneración celular que le impedía envejecer ni un solo día. Ahora todo el mundo tenía una cabina de éstas, aunque Sofía pertenecía a la primera generación que las usaba, y recordaba perfectamente cómo se reguló su uso.  Se estimó que la edad apropiada para empezar a usarla eran los veintitrés, veintidós para las mujeres, pues durante los reglamentarios nueve meses de embarazo no podrían utilizarla, ya que ésta impediría el desarrollo del feto, y por tanto, en ese periodo de sus vidas, seguirían envejeciendo. Se le prohibió al resto de la población su uso, lo que significaba que ella pertenecía a la última generación que había conocido la muerte. Sus padres, sus tíos, sus abuelos, incluso su hermana mayor… todos habían muerto hacía ya mucho tiempo.
Sofía aún no había tenido hijos, seguía teniendo veintidós años. Suspiró. Tenía veintidós años desde hacía exactamente 783 años. No iba a celebrarlo, después de tanto tiempo aquel día había perdido su significado. Sin embargo, ni un solo año se le había pasado por alto, y este año, al igual que siempre, lo había recordado.
–Un año más y todo sigue igual. –dijo al conocido rostro que le devolvía el espejo.
–¿Qué sigue igual? –preguntó una voz alegre y suave, mientras la dueña de la misma se acercaba a Sofía.
–Todo. ¿Sabes, K? Cuando elegí este trabajo pensé que correría grandes aventuras. Iba a ser exploradora, ir en busca de nuevos planetas, ver lo que nadie ha visto antes... Sería como Marco Polo, mi vida sería… interesante.
–¿No lo es?
–¡Oh, vamos! “Un planeta más, un nuevo hogar”. –recitó el slogan de su empresa–  En la propaganda no te dicen que ir a donde nunca ha estado nadie significa estar solo, ni que “ver cosas inimaginables” se traduce como “ver seres repugnantes que la mayoría de las veces hay que aniquilar”.
–¡No es así! Sabes que…
–Sí, sí. Únicamente podemos destruir la vida que demuestre su incapacidad evolutiva y su carencia total de inteligencia, y que además viva en un entorno propicio para nuestra existencia, resultando ser imposible la convivencia. Yo también conozco la Ley, pero la realidad es que la mayoría de las especies no pasan las pruebas.
K parecía triste y preocupada:
–¿Cuál es el problema, capitana?
–Hoy cumplo ochocientos cinco años.
–¿Eso es un problema?
–No, no. Claro que no, soy muy joven. Me dieron el carné de maternidad sólo hace cincuenta años. En realidad…
–¿Sí?
–Es esta existencia. Vivir en esta nave, estar sola contigo desde hace… ¿cuánto?
–Veintisiete años, tres meses y cinco días, capitana. Pero creía que su vida era… ¿Cómo se diría? ¿Satisfactoria?
–Sí, K, mi vida es satisfactoria. Ese es el problema. Eres la compañera perfecta, inteligente, divertida, alegre, comprensiva. Perfecta. La comida siempre se ajusta a mis deseos, la luz, el olor, la música... Todo es siempre perfecto gracias a los sensores emocionales ¡Por la Célula Madre! ¡Incluso el sexo es perfecto! El emulador sabe exactamente cuándo y cómo lo quiero, y me induce la fantasía adecuada, siempre.
–No entiendo, capitana. ¿Estás diciendo que no quieres lo que deseas?
–Exacto. ¿Ves como siempre me comprendes? ¡Es tan frustrante!
–¿No quieres que te comprenda? Puedo hacerlo, si quieres.
–Pero entonces no sería real, porque sólo estarías actuando de acuerdo a mis deseos. ¿No lo ves? Incluso si dejaras de entenderme, eso sólo significaría que me entiendes, y actúas en consecuencia a lo que yo quiero. Estarías haciendo lo que quiero, y no quiero eso.
–Pero ¿por qué?
–Porque no es real. Nada aquí lo es.
–Yo soy real.
–¿Sí? ¿Por qué eres real?
–Me fabricaron en LH Robotics, planeta LX457, en la Fábrica Sur, departamento de Robots de compañía.
–¿Y eso te hace real?
–Puesto que me fabricaron, existo, y la existencia me hace real.
Sofía sonrió con tristeza.
–Sí, supongo que sí. Pero se te creó a partir de un perfil mío para que te ajustases a mis necesidades. Igual que todo en esta nave.
–Entonces, ¿por qué no eres feliz?
–Porque nada es real, todo es perfecto.
–Que sea perfecto ¿lo hace irreal?
–Exacto.
–Pero los términos “perfección” y “realidad” no son antónimos.
–No, son incompatibles.
–Ya veo, entonces nada es real porque si lo fuese sería… peor, ¿no?
–Sí, así es.
–Y eso te hace infeliz. Serías feliz si todo fuese peor.
–Ahí está el dilema, todo sería mejor si fuese peor.
–Pero eso sí es una contradicción.
–Ajá.
K parecía indecisa, aún así no tardó en encontrar una solución.
–Puedo programar la luz, la música, el aroma, y el chef para que no se ajusten a tus deseos, si quieres.
–Pero como ya te he dicho, eso no me sacaría de este mundo irreal, sencillamente porque se seguiría ajustando a mis deseos.
–Es decir, estás triste porque vives en un mundo perfecto, lo que lo hace irreal, y nada de lo que hagas cambiaría eso, porque si cambia seguiría siendo tan perfecto como ahora.
–Así es.
–Pero si yo soy irreal, y todo lo que te rodea también, ¿qué te hace real a ti?
–Nada.

El oxígeno dejó de fluir, la música dejó de sonar, la luz se apagó, y K se desconectó. Únicamente un suave olor a lilas le dijo adiós mientras se iba de su mundo perfecto… tal y como era su deseo.

miércoles, 2 de enero de 2013

OPINIÓN: Draculesti. El legado del diablo.

Últimamente me ha dado por los vampiros. Crepúsculo ha hecho florecer este tema hasta la saciedad, pero con un tipo de vampiro que a mí personalmente no me atrae nada, el vampiro bueno.
No voy a hablar de si ese es un buen vampiro o no, simplemente diré que a mi un vampiro que no es un asesino de humanos pierde todo su sex-appeal, ya que lo atrayente (en la literatura únicamente) es lo peligroso y lo excitante, es la seguridad y la superioridad con respecto al humano (que normalmente le viene de los años que ha vivido).
Pues bien, después del chasco de Drácula, el no muerto y encontrarme que ya no se respeta ni al pobre conde, encontré esta joyita.
Ángela es una estudiante que decide hacer su tesis sobre Vlad Tepes y llegado el momento, como es lógico, tiene que ir a Rumania, la parte de la investigación me recuerda un poco a La historiadora, de Elizabeth Kostova, pero ahí se acaban las similitudes, quizá sea por lo bien documentada que está esta novela y la relación con la orden del Dragón y Vlad Tepes.
Una vez allí decide visitar el castillo de Bran, conocido por los turistas como el castillo de Drácula (aunque no lo es, era de su abuelo). Allí conoce al inquietante Nicolae, y se ve envuelta en una pelea de vampiros.
Vampiros malos y menos malos hay en esta novela, nada de un hombre atormentado y avergonzado de lo que es, sólo un depredador civilizado y excitante, un hombre seguro de si mismo, arrogante, y poderoso, contra otros vampiros más malos (o quizá no, pero desde luego más crueles).
Una batalla épica. El ritmo de la novela es trepidante, si no te engancha es que no te gusta el género.
Pero además esta novela tiene algo muy especial, al menos para mí, es la primera novela de Cristina Roswell, una española poco conocida  (por poco tiempo, estoy segura). Creo que hay que apoyar a los escritores de nuestra lengua materna, que pocas veces llegan a tener la acogida que merecen por culpa de nuestra americanización. Si este libro lo hubiese escrito un estadounidense o un inglés, estoy segura de que habría sido un bestseller.